Crecí en Latinoamérica, aprendi que el multilingüismo y multiculturalismo pueden coexistir en pacifica convivencia. También aprendi que a las personas no se clasificaban en razas, ni se les juzga por el color de la piel. Aprendí que banderas, limites fronterizos, himnos y pasaportes no necesariamente significaban división porque somos Latinoamérica, somos un solo corazón, una misma alma, somos uno solo.
Y diciendo esto, tengo que decir que me rompe el corazón ver como grupos que tratan de reivindicar nuestra cultura aborigen están destruyendo monumentos de la época colonial. Voy a ser clara, la cultura aborigen merece todo nuestro respeto, y sí, (la cultura aborígen) debe ser apreciada, inculcada y enseñada en los colegios, universidades, centros educacionales. Y debe tener un espacio especial en la media. Los canales de televisión deberían dar espacio (por mandato) a la cultura aborigen, podríamos empezar por programas simples dirigidos a niños. Los periódicos podrían tener editoriales dedicadas a cultura aborigen, las radios podrían entrevistar a personas especializadas en cultura aborigen. Si usamos nuestra creatividad, y ponemos nuestras cabezas juntas podremos encontrar maneras de darle un lugar de honor a la cultura aborigen sin recurrir a la violencia.
Sin embargo, la historia puede ser frustrante, pero es historia. No podemos cambiarla, lo que podemos hacer es aprender de ella, buscar caminos alternativos, nuevas maneras de crear unidad, pero queriendo borrar parte de nuestra identidad no nos ayudara a cerrar heridas, por el contrario, abriremos nuevas brechas en nuestras sociedades.
Si desean protestar háganlo, pero sin copiar a las Estados Unidos, que es un país en caos, y que no posee una cultura tradicional como tenemos en Latinoamérica. Estados Unidos no es modelo a seguir para ningún país.
En Estados Unidos hay serios problemas raciales que están relaciones con discriminación, y segregación. La época de segregación se dio desde finales de 1877 hasta 1950, la segregación fue una época en que las personas de descendencia Africana tenían prohibido ir a escuelas, piscinas, hospitales designadas para personas blancas. E incluso las personas afro-americanas, especialmente mujeres, no pudieron votar hasta 1965. Esos problemas nunca sucedieron en Latinoamérica.
Y lo más importante, en Latinoamérica todos hemos puesto nuestro grano de arena para la formación de la hermosa cultura nuestra. Todos hemos aportado nuestro “alguito” como se dice. Todos somos negros, indios, europeos, asiáticos. Todos somos Latinoamérica.
Yoneko: Writer and consultant 